Más allá de la línea de meta
Más allá de la línea de meta
Etarismo y alto rendimiento en el trail running femenino: cuando la edad desafía los prejuicios
En el mundo del trail running —donde cada sendero exige más de la mente que solo de las piernas—, cada vez más mujeres eligen las montañas como escenario para superar sus propios límites. Pero para muchas de ellas, el mayor obstáculo no está en el terreno técnico ni en el desnivel acumulado, sino en el juicio invisible que asocia el envejecimiento con la pérdida de valor deportivo. Hablamos del etarismo.
Aunque la participación femenina en carreras de montaña crece temporada tras temporada, la mirada social sigue atada a la juventud como sinónimo de potencial. Las mujeres mayores de 40 años, incluso con alto rendimiento, siguen siendo objeto de miradas que cuestionan su capacidad, deslegitiman sus logros o ignoran su protagonismo. Es un prejuicio que duele más que cualquier subida empinada.
En el trail running, este estigma es aún más contradictorio. A diferencia de otras disciplinas más explosivas, el trail requiere estrategia, inteligencia emocional, paciencia y, sobre todo, resiliencia —habilidades que muchas veces se fortalecen con la edad. Aun así, los focos siguen apuntando, casi siempre, hacia atletas jóvenes, como si la excelencia tuviera fecha de caducidad.
Este tipo de invisibilización es una forma sutil de exclusión. Se manifiesta en la cobertura superficial de los medios, en la ausencia de categorías destacadas para edades avanzadas, en la falta de políticas de apoyo al deporte femenino maduro, y en la idea generalizada de que “ya no es momento” para competir o buscar podios. El etarismo limita. Y cuando se cruza con el machismo, silencia.
Pero el escenario está empezando a cambiar. De forma orgánica, muchas mujeres están demostrando —con cuerpo y sudor— que el alto rendimiento no tiene edad. Cruzan líneas de meta con tiempos impresionantes, enfrentan recorridos técnicos con excelencia y prueban que madurez y potencia pueden —y deben— caminar juntas.
Cada una de estas atletas es más que inspiración. Son prueba viva de que es posible (y necesario) reescribir las reglas de lo que se espera de una mujer en el deporte. Y al hacerlo, no solo rompen estereotipos, sino que también abren camino para que otras corran —a cualquier edad, a cualquier ritmo, con el mismo derecho al protagonismo.
Porque en los senderos, como en la vida, no se trata solo de llegar primero. Se trata de permanecer. Y permanecer con coraje también es un acto de resistencia.
Escrito por Renata Aflora, del colectivo femenino Mulheres que Empoderam.